Introducción
-¿Buscas esto?-preguntó la chica.
-Sí, por favor, dámelo...-alargué la mano, pero ella retrocedió (otra vez) con una sonrisita de suficiencia.
-Lo siento, pero primero tienes que cumplir con tu parte del trato.
-Pero si yo...-empecé a decir, medio desesperado.
-No, no, o eso o nada, lo sabes muy bien.
-No, no lo sé, ¡necesito que me lo digas!
-No te conviene saberlo, es lo mejor para tí, créeme...-susurró en tono meloso. Era como si estuviera jugando conmigo, disfrutaba al ver mi desesperación, y al mismo tiempo se lamentaba. Una falsa pena.
Intenté acercarme a ella, pero volvía a retroceder, una y otra vez. Volvía a acercarme a ella y volvía a retrodecer. Siempre igual, una y otra vez...
Ese era el momento cuando ella soltaba su hermosa risa. Cristalina, pero llena de crueldad y amargura, mientras clavaba en mí sus ojos azules. Mientras, un humo esmeralda se elevaba alrededor de ella poco a poco, hasta hacerla desaparecer. Sin que yo pudiera hacer nada, por mucho que la llamara, por mucho que me desesperara. Por mucho que odiase ver aquellas sombras que la seguían, aquellas sombras que preludían al fogonazo que me despertaba y me dejaba con el corazón desbocado.
Puede que les sorprenda un poco, pero este es un sueño que me ha acompañado toda la vida, desde que nací no he soñado otra cosa, lo juro. Cada noche, sin excepción alguna. Sí, vale, no me acuerdo de lo que hacía cuando era un crío de teta, pero recuerdo perfectamente que siempre soñaba eso. Alguna vez he escuchado que la gente sueña con cosas distintas cada noche, o durante varias noches, y que todas son fruto del mismísimo subconsciente. La verdad, no estoy seguro de si lo mío es fruto del inconsciente, del subconsciente o lo que sea, pero me inclino a pensar que no es así, porque a ver...es algo demasiado irreal, algo imposible de conocer en el mundo. Sí, era demasiado real, algo imposible incluso en la mente más calenturienta. Ninguna mujer en el mundo era como ella, de eso estaba seguro. Su piel bronceada, su pelo negro, su porte de diosa... y a la vez tan humano, tan natural... Se podría decir que nació conmigo, es parte de mí. Nunca se lo he dicho a nadie, nunca jamás, porque al principio, cuando era pequeño, esa presencia me reconfortaba, me acompañaba, haciéndome sentir un breve resquicio de aquello a lo que llaman paz.
Breve, porque ahora, justo ahora, me estaba empezando a volver loco. Tal como dije antes ( y cómo no me cansaré de decir) su pelo negro, su piel bronceada, sus ojos azules, mágicos, y su voz de sirena me volvían loco. Pero lo peor era cuando me miraba con esa mirada llena de commiseración, me hacía sentir como un idiota.... Sí, señoras y señores, a mi edad una chica de la que no sabía ni su nombre me volvía loco, me llenaba de amargura. No es que estuviera enamorado de ella...no, aquella obsesión no era amor, era.. mira, no sé cómo decirlo, pero no es algo agradable. El anhelo no es agradable, y menos aún cuando no sabes de dónde proviene.
Nunca se lo he dicho a nadie, jamás, es mi más oscuro secreto.
Y, ¿saben? lo más curioso es que me da la sensación de que no es eso lo que más me duele. Hay algo detrás, algo que no logro ver, que me está volviendo loco y no sé por qué, nunca lo he sabido. Un algo que ella esconde, que me impide ver. Que al mismo tiempo me hace sentir una fugaz sensación de euforia. de euforia de poder. (Aunque no sabría decirles qué poder)
Justo ahora, a mis dieciséis años, me estoy dando cuenta y, aunque les parezca extraño, me está destrozando por dentro, me está dejando hartito. Sí, señoras y señores, un sueño me está destrozando...
Por eso mismo he decidido que averiguaré su significado, cueste lo que cueste. Ya sé que parece algo muy raro, pero algo se tiene que esconder tras este sueño y lo averiguaré, aunque sea un
tornillo mal colocado en mi cabeza.
Continuará.......