Nombre completo: Aleksandra Bathory.
Edad: 17 años.
Raza: Humana.
Descripción física:Imagen, pero no me deja ponerla.
Descripción psicológica: Es una chica cuyo carácter siempre ha sido el raro de la familia. Aunque es descendiente de la mismísima Condesa Elisabeth Bathory, también apodada "La Condesa Sangrienta", Aleks es un nervio dulce, que no para quieta. Siempre está haciendo cosas, ya sea leer, jugar al ajedrez, o contar mariposas. Suele poner pucheros cuando se enfada o quiere llorar y es muy expresiva con sus sentimientos. Siempre intenta ver el lado bueno de la vida, y vivir cada momento como si fuera el último. Esta loca, se apunta hasta a un bombardeo. Pero tiene un gran complejo, la idea de hacerse vieja.
Hobby: Le encanta leer, jugar al ajedrez y sobretodo, observar a los patos e intentar hablar con ellos. En invierno, le gusta pasar el tiempo delante de la chimenea, leyendo, tejiendo o simplemente hablando con su inseparable amigo Tibbers, su osito de la infancia y fiel confesor.
Historia: Desde los tiempos de Elisabeth Bathory, al familia Bathory a sido conocida por ser una familia de miembros crueles y altamente vigiados por las autoridades. Todo el mundo sabe que no son trigo limpio. Desde los simple matones, a los grandes nobles; esta familia se compone de miembros con mucha influencia y muy pocos escrúpulos.
Pero como en toda familia, hay una oveja negra. Desde Pequeña, Aleks; decidió que no le gustaba lo que se hacía en su casa y por ende, en su familia, así que nunca tomó parte de ello. No se entrometía en sus asuntos y ellos la dejaban en paz. Su padre, un conocido Empresario búlgaro, siempre había respetado sus deseos; no por nada era la pequeña de seis hermanos, todos barones, y era la princesa de la casa. Sacaba buenas notas, era obediente, y de mientras, todo iba bien.
Un día que se hacía eterno por el aburrimiento en unas vacaciones en la residencia de la familia, Aleks decidió explorar desobedeciendo por primera vez en su vida las ordenes de sus padres, e internándose en la zona de la residencia sellada a todo el mundo. Allí había vivido su bisabuela, Elisabeth. Finalmente, encontró su habitación y en ella, su diario.
La chica leyó, muda de asombro y pena, cómo su abuela, bellísima por los retratos que había visto, se sentía vieja y preocupada por su juventud, había descubierto un método de juventud eterna. Alex no pudo evitar vomitar, al leer las torturas que diseñaba su antepasada, para desangrar a las muchachas. Temblando, dejó el cuaderno a un lado, y comprobó que había un espejo circular hermoso; realmente hermoso, al lado de este. Tenia inscripciones extrañas, y unos dibujos hermosos pero algo atemorizantes.
Cuando Aleks lo cogió, y se miró en este; le dio la sensación de que era la chica más horrible del mundo. Tenía arrugas, y se estaba haciendo vieja. Pegó un respingo y se volvió a mirar, pero todo parecía normal. Aún así, esa imagen se le había quedado marcada. De verdad, ¿era ya hora de que empezara a envejecer? Era hora de que se quedara en... ¿nada?
Estuvo horas y horas allí tirada, mirándose en el espejo. Cuando escuchó la voz de alarma, se guardó éste en el bolsillo y esperó. Cuando sus padres la encontraron estaba tirada en el suelo, llorando, y preguntándose cuanto quedaba para que se hiciese vieja y nadie la quisiera.
Pasaron los meses, y sus complejos fueron haciéndose más intensos; hasta el punto que sus padres ya no sabían cómo ayudarla. Sólo les quedaba una opción.
A finales de Verano, Aleksandra partió hacia la academia Medianoche, lugar dónde había estudiado su padre.
