El secreto del Diablo

Historia: Original
Género: Misterio, Terror y Romance.
Resumen:
Jenny y Lilian, dos hermanas que no recuerdan nada de su pasado, despiertan en una casa totalmente desconocida junto con otros niños, que también sufren la misma situación.
La casa está limitada por todo un océano, ya que está situada en una isla. De la que es propietario Lucien, un hombre misterioso con poderes sobrenaturales y oscuros. Las niñas consiguen escapar de la isla, pero aún sienten la presencia de Lucien allá donde van.
Transcurridos unos años después de la fuga, Lilian desaparece misteriosamente. Y Jenny tiene una pesadilla en la que el propio Lucien la ordena volver a la isla, junto con imágenes del regreso de su hermana a aquel lugar.
Jenny decide ir a buscar a su hermana, pero una vez que ambas estan en la isla, comienza un terrorífico plan diseñado por el más oscuro de los demonios.

Capítulo 1: Pesadillas

El corredor estaba oscuro, no podía saber a ciencia cierta dónde estaba. Sólo sabia que Lilian me estaba tirando con fuerza de la mano. Estábamos huyendo. Huyendo de él. Habiamos aprovechado la noche en la que él salía a cazar. Bajamos las escaleras carcomidas sin intentar hacer mucho ruido. Sabíamos que Paul al final nos oiría, y vendría corriendo a darnos una reprimenda ya que él se encontraba fuera. Pero para cuando Paul se diera cuenta de que estábamos huyendo, ya no podría hacernos nada. Lilian tramó el plan con suma perspicacia. Paul estaba entretenido con Petunia, una niña mimada y rolliza de cabellos rubios, que en los dos días que llevaba allí ya había gastado la paciencia del señor de la casa. Lilian supo que tarde o temprano Lucien se cansaría de aguantarla y que se la dejaría al apestoso de Paul, mientras ella dejara de gritar y lloriquear. Un plan cruel, pero era la única manera de escapar. Dejábamos atrás a todos, y a todo lo que conocíamos. Él nos buscaría, pero era un riesgo que estábamos dispuestas a correr.
Llegamos a la puerta principal, Lilian me apretó la mano. Sabía lo que eso significaba .En cuanto ella abriera la puerta, Paul nos oiría, y ambas tendríamos que correr con todas nuestras fuerzas hasta llegar al puerto.
Lilian dijo que una vez Lucien la llevó hasta allí. Y que hubo algo que le hizo enojar hasta tal punto que Lucien rompió una piedra con sus propias manos. Un pesquero. Un pequeño barco que empezó a pasar por allí hacía pocos días. Lucien nos prohibió alejarnos de la casa desde aquel entonces. Pero Lilian siempre iba. Era la única a la que nunca castigaban. Era la favorita de Lucien.
Lilian descubrió que el barco pasaba por allí los domingos, pero no desembarcaba, ya que Lucien les prohibió entrar en su isla. Desde aquel momento Lilian fue planeando como podríamos escapar.
Me volvió a apretar la mano, acto seguido respiré hondo para controlar mis nervios, y le respondí apretando la suya. Entonces ella abrió la puerta. Y sin esperar ni un segundo más ambas echamos a correr como alma que llevaba el diablo. Paul emitió un gruñido desde las profundidades del sótano. Iba en nuestra busca. Iba a atraparnos y a torturarnos hasta que volviera Lucien.
Pero esta vez no nos atraparía. Esta vez habíamos tomado ventaja. Paul no estaba lleno de furia, se había estado desahogando. Y él solo era terriblemente fuerte cuando llevaba retenida la rabia que lo consumía.
Atravesamos el bosque todo lo rápido que pudimos, las ramas nos hacían heridas, el viento iba en nuestra contra y la niebla nos impedía la visión hacia el camino que llevaba hasta el puerto. Mis piernas eran mas pequeñas que las de Lilian, por lo cual ella iba tirando de mi todo lo fuerte que podía. Llegamos al puerto casi sintiendo el aliento de Paul en nuestras nucas. Se nos cayó el alma al suelo al comprobar que el pesquero estaba bastante lejos del puerto y no oirían nuestros gritos. El pánico se apoderó de nosotras a oir un segundo gruñido de Paul más cerca de lo que esperábamos. Lilian tiró de mi, de tal manera que ambas caimos al agua. Ella empezó a nadar mientras que me arrastraba a mi para que no me ahogara. Yo no sabía nadar, Edgar nunca nos enseñó por miedo a que decidiéramos escapar nadando.
Él nunca nos hacía daño si nos portábamos bien, él nos quería, y se comportaba como un padre. Pero no lo era, y no deseábamos quedarnos allí.
Sabíamos que tuvimos otra vida, puesto que las cosas que aprendimos una vez seguían en nuestra mente. Lilian sabía nadar, Roberto afirmaba hasta la saciedad que sabía montar en bici, un aparato del que ni él mismo se acordaba.
Lilian comenzó a gritar a pleno pulmón, pero no estabamos lo bastante cerca. Entonces apareció Paul en el puerto. Con los ojos rojos y enseñándonos su afilados colmillos con la sangre de Petunia, se tiró al agua con una furia sobrehumana. Nos estaba alcanzando, era mucho más rápido y cada vez se estaba poniendo mas furioso.
Ambas gritamos con todas nuestras fuerzas. Paul estaría encima de nosotras en pocos segundos. De repente sentí como algo me había agarrado de la pierna. Lilian intentó tirar de mí, pero Paul me estaba arrastrando hasta las profundidades del mar. Me faltaba el aire. Miré a Paul, estaba furioso, parecía una bestia salvaje sacada del mismísimo infierno. Sus ojos rojos me miraban con sed, con ganas de matarme allí mismo. Sonreía. Me iba a matar, siempre que sonreía a alguien era porque lo iba a matar. Se abalanzó sobre mi, me puso las manos sobre el cuello, y de repente oí como algo se quebraba.

me gusta me gusta!!!!
espero leer mas!!!!

Te está quedando bien. Me sorprende verte en uno de los fan-fics.

Es un concurso Carl x-x, gracias gracias, hara subo el segundo.

esta super super!!!!
me encanta

gracias chicas, ahora leo el tuyo monster.

y la pobre petunia??? ke le has hecho a la pobre criatura?

x,x no la hice nada, se lo hizo Paul

Esta muy bien!!!

ya tengo ganas de leer el segundo,
se te da bastante bien esto de escribir.!!!!

mueno niño paso a leer la competenciaXD jajajaja
ya me dio pena poner el mia...¬¬ recuerdenme no inscribirme de nuevo a un concurso literario...a menos que sea de prescolar..y alli tenga oportunidadXD ¬¬jejeje

de verdad muy buena ^^okales
me retiro..
pasa a leer la mia a ver que opinas XD (si te ries no lo pongas en el post ¬¬ eso va pra todos)

ok..
bye bye

gracias, ahora leo los vuestros
Melody: mi autor favorito lo hace igual, supongo ke kiero ser como él pero me keda mucha práctica.

Capítulo II: Recuerdos
Abrí los ojos, y al instante tuve que volver a cerrarlos. La luz del sol que entraba por el ventanal, me estaba cegando. Me incorporé en mi cama empapada de sudor. Había dormido únicamente en ropa interior, pero la pesadilla me había cortado hasta la respiración.
Comprobé que el crujido provenía de la puerta… Agatha estaba comiéndose una bolsa de patatas, mientras estaba jugando con el gato en el pasillo.

-¿Ése va a ser tu desayuno?- le pregunté mientras me ponía una camisa.
La pequeña se sobresaltó y me miró suplicante con sus enormes ojos azules. Era la viva imagen de Lilian, pero en rubia.

-A mamá se le ha olvidado hacerme el desayuno- dijo fingiendo que estaba dolida, algo que cualquiera se habría creido, pero ambas sabíamos que Agatha estaba bastante contenta de poder comer chucherías sin el control de Lilian.

-Pero esta semana me quedo en casa, ¿recuerdas?- le cogí la bolsa de patatas mientras Agatha me ponía una mueca- asique hoy te haré unas tortitas con nata.
De repente la mueca de la pequeña se convirtió en una sonrisa. Lilian era un cero a la izquierda en la cocina, y desde que se divorció de Adam la pobre Agatha a tenido que sufrir de sus labores culinarias, mientras yo me encontraba de viaje en Madrid.
Lilian empezó a trabajar como estilista personal para el actor Jason Lawnt. Por lo cual se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa. No resultó un problema ya que estaba casada y Adam se ocupaba de Agatha cuando Lilian no estaba.
Pero todo cambió cuando Lilian se cansó de Adam, por motivos que aún nadie me ha contado, y ambas se vinieron a vivir a Cuenca con Marguerite y conmigo.
Agatha se va a pasar las vacaciones con Adam, y el resto del tiempo estará con Lilian.

-¿Les darás el toque super especial de Jenny?- preguntó mientras cogía al gato como a un bebé.

-Claro, y tu me ayudarás ¿verdad enana?
-¿Podré echarme todo el sirope que quiera?

-Puedes bebértelo si quieres.

Agatha soltó al gato y pegó un salto para darme un abrazo.

-Que bien que te quedes esta semana tía Jenny.

-Ve a ponerte la ropa- dije mientras le sobé la cabeza- dentro de media hora tienes que estar en el cole.

-¿Me vas a llevar tu?

-Si, pero en coche, que no me apetece andar.

-¡Genial!

-Venga ve, mientras voy haciendo las tortitas.

La niña asintió y fue dando brincos hacia su habitación. Me había acostumbrado a tener a alguien esperándome en casa siempre que me enviaban a otra ciudad. Y era algo que me encantaba.
Marguerite era nuestra madrastra. Y se encontraba en París haciendo una manifestación en contra de la caza del oso pardo. Por ello esa semana me quedaba al cargo de Agatha.
Siempre me animó para que estudiara la carrera de Enfermería. Y de echo no habría conseguido trabajo de no ser por ella.
Cierto era que me tenía que mudar para poder trabajar en el pueblo junto al doctor Peñalba, amigo de Marguerite y exmanifestante. Marguerite tenía una casa alejada del pueblo, ya que en sus años de juventud vivía allí junto con su malvada abuela, que no la dejaba comer galletas.
Llevé al colegio a Agatha después de desayunar. Más tarde me dispuse a limpiar la casa. Estaba echa un desastre desde que Marguerite se había ido a París.
Me detuve en el supermecado para comprar algo de comida. No tenía nada preparado en mente. Sabía que algo de carne tendría que comprar, ya que Agatha no era vegetariana. Lilian y yo nos criamos desde los siete años con Marguerite, una amante de la naturaleza. Nos crió bajo la dieta mediterránea y el sol español. Pero Adam tampoco era vegetariano por lo que Agatha siguió sus pasos. Así que a Marguerite le tocaba cocinar algo aparte para ella.
Empecé a mirar los melocotones de temporada. Deliciosos sin duda, mi fruta favorita, sería capaz de comprar todos lo que hubiera en el supermercado, y alimentarme solo de ellos durante un mes. Pero la lástima era que la fruta se pudre.
Estaba a punto de pesar los melocotones que había cogido, cuando de repente algo chocó contra mi espalda.
-Cuidado- gruñí algo molesta ya que no recibí ninguna disculpa, pero cuando me giré no había nadie a mis espaldas.
Lo primero que pensé fue que la persona era tremendamente rápida. Lo segundo que pensé es que necesitaba dormir , porque empezaba a imaginarme cosas.
A veces me pasaba, las pesadillas me impedían dormir, era como un acto reflejo, sentía que algo o alguien me atrapaba y entonces me despertaba. Esa sencacion horrible me atormentaba todas las noches y no me dejaba dormir. Siempre me ha pasado, desde pequeña. Antes era mucho mas frecuente y me costaba dormir más de cuatro horas seguidas. Por suerte siempre tenía a Marguerite a mi lado para mimarme. Hasta que al final esas pesadillas se hacían cada vez mas inexistentes. Los psicólogos diagnosticaron que al ser tan pequeña me tomé el secuestro como un mundo de fantasía terrorífica. Según fui creciendo, empecé a pensar que tal vez Lucien y Paul eran unos simples secuestradores, sin magia ni cosas paranormales, y así mis sueños iban cambiando. Por supuesto todo era terrorífico, pero al final siempre encontraba una salida, o las cosas se calmaban un poco. Hasta anoche. En mi última pesadilla Paul acababa conmigo, hacia mucho que no soñaba que me atrapaban o que me mataban. Y sobre todo, había conseguido en los últimos años verlos en mis sueños como simples secuestradores, no como las bestias que veía a mis seis años.
Aquellos terribles seis años... Sin saber nada de nuestros padres, ni de nosotros mismos. Nunca pude acordarme como Lucien nos llevó a la isla, todos mis recuerdos de la infancia parten de que un día me desperté en su casa, de una cama estrecha, en una habitación vieja y acompañada de más camas en las que descansaban los demás niños. Junto a mi cama estaba durmiendo Lilian, siempre supe que era mi hermana, pero no tenía ningún recuerdo de ella. Sentí un terrible pánico al no reconocer nada a mi alrededor, al no ver nada que me sonara familiar, me sentía sola, aunque tenía a Lilian a mi lado, sabía que algo no iba bien, era como una recién nacida, las lagrimas se apoderaron de mi. Entonces apareció Lucien, con una dulce sonrisa me acurrucó en sus brazos. Cesé de llorar por él, algo dentro de mi me decía que no debía armar ruido, y que él no me estaba acurrucando por ternura o por paternalismo, me quería callar, y lo hice, porque algo me decía que si no lo hacía las consecuencias serían horribles.
Comencé a recordar a Lucien. Era atractivo y de buen ver, pero tenía algo que daba miedo. Tenia unos ojos azules preciosos, y una melena rubia recogida con una elegante coleta. Siempre iba vestido como si fuera de otra época, con ropas clásicas victorianas y sombrero de copa. Hablaba en un tono extraño, como si fuera búlgaro, ahora me sonaba gracioso, pero antes me parecía una serpiente.
También intenté recordar a los otros niños. Al inteligente Marc, que siempre tenía sus enormes gafas fijas en algún libro. Al bruto de Tobin que siempre acababa llegando a las manos con otro niño. Violet y sus esfuerzos por ser la favorita de Edgar. Leah y su cara quemada . El travieso Roberto que siempre se las ingeniaba para llevarnos a todos de cabeza. A Petunia no la llegué a conocer, gritaba y lloraba mucho, y casi siempre estaba en el sótano con Paul.
Se me hizo un nudo en la garganta, con solo imaginarme la de cosas horribles que tubo que haber pasado la pobre Petunia en aquella casa.

-Disculpe…-dijo una señora mayor , que por lo visto estaba esperando , para poder pesar unos limones.

-¡Oh! Lo lamento, me había quedado embobada mirando los números- dije mientras pegaba la pegatina del precio en mi bolsa de melocontes- todo suyo.
La señora me hizo un gesto de agradecimiento por apartarme, y entonces continué con mis compras.

Me gusta, yo tambien escribo relatos. Pero no los subo ni nada porque hay quienes se aprobechan del trabajo ajeno. Ten cuidado Edgar. No lo digo por los usuarios del rol, pero si puede entrar alguien de fuera, podria robarlo.

gracias por la advertencia Elena, pero esto no llega ni a borrador XD si alguien lo kiere pues le deseo suerte en este mundillo porke la necesitara. Gracias por leerlo

De nada ^^. Y mucha suerte.

holitaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssss

wouuuu ed!!!! el segundo cap realmente te quedo muy bien^^
wiiiiiiiiiiiiiii^^
jejejje
espero el proximo cap!!!^^
no tardes mucho!!!
bye bye!!!^^

Fernando de Rojas ^^ Aunque lo suyo era más teatral. La que de verdad me impactó fue Laura Gallego García, varios de sus libros los escribe como si fuera un chico, y lo hace genial. Aunque soy más de escribir en tercera persona, para que se vea lo que piensan distintos personajes.

Capítulo III: Comienzo Del Caos
Volví a casa después de haber realizado las compras. Decidí ponerme a preparar la cena, ya que me entretuve demasiado. Ésa tarde no tendría que ir a por Agatha al colegio, ya que Lilian se pasaría a recogerla al salir del trabajo.
Justo cuando iba a poner las cazuelas, sobre el fuego de la vitrocerámica, sonó el teléfono. A duras penas llegué ya que el gato se estaba restregando en mis piernas, puesto que quería que le diera algo de comer.
-¿Diga?- pregunté mientras me colocaba mejor el auricular en la oreja, pues que lo agarré bastante mal.
-¡Hola cielo!- Chilló Marguerite desde el otro lado del teléfono-¿Cómo están mis muchachitas?
-Pues a una de ellas la acabas de dejar sorda- me quejé ante su grito de saludo, pues Marguerite era muy jovial- ¿Y tú como estás?¿Cuando vuelves?
-¡Ui!- protestó Marguerite ante el sonido del clacson de un coche- ¡Será idiota! ¡A por él chicos!
-¿¿Marguerite??-e pregunté preocupaba, ya que tenía unos ochenta años, no estaba para realizar peleas de manifestantes chiflados-¡Sal de ahí!
-Mamá, llamame mamá- me corrigió, casi pronunciandolo palabra por palabra- Tranquila, sólo es un idiota que quieres que le dejemos pasar, pero no lo va a conseguir.
-¡Por dios Marguerite!- blasfemé bastante frustrada, no quería que le pasara nada malo- Ya no tienes veinte años, no estás para manifestaciones.
-No digas sandeces, llevo durmiendo más de una semana al raso, delante de la puerta de ése asesino del oso pardo, y no he necesitado ni un sólo café- me explicó Marguerite, aunque no me iba a convencer de ninguna manera- Mientras que los más jóvenes no han aguantado nada. Te aseguro que estoy en plena forma.
-Si no tomas el primer avión de mañana, para España- la amenazé aunque ya me sabía su respuesta- iré yo misma a por tí.Y sabes que soy capaz de hacerlo Marguerite.
-Como me vuelvas a llamar Marguerite...
-Vale- le respondí frustrada- Por favor mamá vuelve a casa.
-No puedo cielo- dijo conmovida, puesto que la había llamado mamá- el oso pardo necesita ser vengado.
-¡A la porra el oso pardo!- gruñí, harta de que nunca entrara en razón- Tienes ochenta años, necesitas cuidarte.
-No digas tonterías- de repente se oyeron unas voces de fondo llamándola- bueno me tengo que ir, mándales besos a Lilian y a Agatha de mi parte, te quiero.
-Espe...- no pude terminar la frase puesto que ya me había colgado- esto es de locos.
Marguerite siempre había sido másterca que una mula. Y siempre que se iba volvía derrotada. Éso era cuando no superaba los cuarenta años. Pero últimamente llegaba a preocuparme demasiado. Y con razón...Algún día ocurriría alguna desgracia.
Colgué el teléfono, planteándome la idea de ir a por ella para hacerla volver. Cuando de repente se olló un chirrido de la cocina. Sonaba estruendoso, como si alguien estuviera desgarrando el suelo. Sentí como todos los nervios se centraban en mi médula espinal.
Alquien estaba en la cocina.
Agarré la bara de metal con la que atizábamos el fuego de la chimenea, y avancé a corto plazo sigilosamente por el salón en dirección a la cocina.
No sabía muy bien que haría si se encontrara con algún intruso. ¿Atacarle? No es que tuviera mucha fuerza precisamente, de hecho era de complexión débil.
Me asomé por la puerta de la cocina precavidamente. Pero no ví a nadie. De hecho todo estaba tal y como lo había dejado.
Recorrí la habitación en busca de lo que podía haber producido el ruido. Y entonces lo ví...
Un arañado en la puerta que conducía al jardín. Pero no un arañazo cualquiera. Parecía hecho por un Tigre de Malasia.
"El gato no ha podido ser" me dije interiormente, puesto que no era capaz de articular palabra. Lo segundo que se me ocurrió es que el arañazo lo habían hecho desde dentro de casa. Y no se había oído que quien fuera que entrara hubiera salido.
El terror se apoderó de mí, cuando ví que el gato estaba aterrorizado escondido bajo una silla.
Alguien había estado allí, y posiblemente siguiera dentro.
Agarré al gato como pude, y salí corriendo de casa. Pediría ayuda a algún vecino. Y llamaría a la policía desde su casa.
Estaba a punto de llamar al timbre del vecino, cuando el gato salió corriendo de mis brazos. Y un frío intenso se apoderó de mi mente. Sentí un dolor agudo en la sien. Y empezaron a formarse en mi oídos palabras que me apuñalaban el tímpano como cuchillos, "Eres mía". Una y otra vez, me atravesaban la mente sin permitirme bloquearlas. Y entonces mi mente se quedó en blanco. Oía los latidos de un corazón latiendo acaloradamente. Olí una dulce fragancia a pino rociado con gotas de agua de lluvia. La brisa del mar acariciaba la fría hierba. Abrí los ojos para comprobar en que lugar me encontraba... Y ví a Lilian.
Estaba aterrorizaba. Pedía auxilio y piedad. Quise ir a socorrerla. A reconfortarla con mi presencia. Pero una silueta oscura me detuvo. Se volvió hacia mí con toda segurida y me agarró fuertemente de la mano. Ese contacto hizo que me ardiera el brazo entero. Estaba asustada, lo que fuera que me estuviera agarrando no era humano. Se le veían los ojos bajo la gabardina y el sombrero, oscuros como la noche. Pero de una forma diábolica. Me agarró el mentón y me obligó a mirar una enorme residencia colmada de fuertes muros de roca. No podía ser... Era el internado en el que nos encontrábamos secuestradas cuando éramos pequeñas.
-¡Por favor Lucien!- suplicó Lilian agarrándose a su pierna- ¡No me hagas daño!
Él no apartó la vista de mí. Ante su escrutinio aparté la mirada. Me sentía tan débil...
-Te has portado muy mal Lilian- dijo Lucien, con mucha serenidad- Nunca debí confiar en tí.
Entonces me soltó como si no fuera más que una mosquita muerta. Y cogió a Lilian en brazos, llevándola al interior de la vieja y tenebrosa residencia.
Los vi alejarse, impotente tirada en el suelo. Me encontraba exageradamente cansada. Tanto que no me podía mover.
De repente una figura, vestida con un largo abrigo marrón, salió de las profundidades del bosque. Se acercó hacia mí lentamente mientras, miraba de soslayo la mansión.
Se agachó para tocarme el rostro. Y mirarme fijamente a los ojos. Tenía unos enormes ojos verdes, que parecían cambiar a acuamarina.
-Despierta- me dijo en un débil susurro, una voz masculina y aterciopelada- Y encuentra el camino de vuelta..
Sentí que el frío me consumía, y que sus palabras se repetían tranquilizadoras en mi cabeza. Los párpados me pesaban. Y casi sin darme cuenta, me estaba durmiendo ante su contacto.

una pregunta mel hasta ke fecha finaliza el concurso?