Olvidando.

No me acostumbraba al horario de Medianoche. Eso de dormir de noche y vivir de día no iba conmigo. Me encontraba solo, todos cumplian los horarios establecidos. No me gustaba estar sólo. Me hacía recordar. Recordar que siempre he estado solo. Haber sobrevidido a toda mi familia, no haberme preocupado de ella. Me merecía estar sólo, debía estar solo. Y entonces me di cuenta.
-No quiero estar sólo- me susurré. Me encontraba mirandome frente al espejo. Y me sentía patético- Estás jodido.
Me lo repetí dos veces, antes de lavarme la cara para despejarme.

Esa noche me volvía a tocar guardia. En un principio no me importaba y de hecho me gustaba, pero últimamente me irritaba que siempre los turnos me tocaran a mi. Sobretodo ahora que quería emplear las noches en otra cosa. Y cuando creí que mi guardia no podía ser más tranquila, y que podría ir a hacer una visita a Ness, me encuentro con que hay alguien en el baño de los alumnos.
Entré bastante irritado, ¿Porqué demonios no se iba a dormir como todo el mundo? Pero no era un alumno trasnochador lo que me encontré. Bueno sí era un alumno, pero no esperaba encontrarme con Ed.
-¿Que demonios haces aquí?- le pregunté de mala gana- ¿Que no sabes que estas horas son para dormir?

Carl entró aguandome mis minutos de relax. Aunque me alegraba de no estar sólo y deprimirme aún más.
-No pienso irme a dormir tan pronto- eran las tres de la madrugada, lo que para mí era pronto- Esfúmate que me quiero colocar.
No tenía nada para colocarme, pero era suficiente para sacar de sus casillas a Carl.

Drogas ¿En mi colegio? Jamas. Nunca. No lo permitiría estando yo presente.
-¡No se te habra ocurrido traer drogas a este lugar! ¡¿Cierto?!- le metería la cabeza en el váter, si lo estaba diciendo en serio. De repente comenzó a reirse, y entonces supe que me había mentido.- Eres un bastardo malnacido.
Odiaba esa faceta que tenía por sacarme de mis casillas.

-TRanqui Carl- dije entre risillas, tenía cara de loco- No me dejaron meterlas, me chequearon antes de entrar.
Luego me insultó como solía hacer. Ya me era costumbre en él. Pero le veía cambiado. Antes en el grupo era el típico deportista gruñón que espantaba a todas las chicas.
Le veía feliz. Y éso me alegraba, y al mismo tiempo me hacía sentir más sólo de lo normal. Él había encontrado a alguien que le hacía feliz. Yo jamás llegaría a encontrar a ésa persona.

De repente su expresión cómica cambió a una diferente. Una que no había visto antes.
-¿Qué te pasa?- le pregunté algo extrañado, porque posiblemente me estuviera gastando otra broma ya que no tenía nada mejor que hacer.

Había algo que a Carl siempre se le olvidaba. Yo era más viejo que él. Había vivido más que él. Y siempre había sido así. Y hasta ese momento, al verle a él tan feliz, no me había percatado de todo lo ke anhelaba.
-Me siento solo Carl- me sinceré, no tenía nadie más a quien contárselo.

¿Ed solo? ¿Se estaba acabando el mundo y aún no me había enterado? Le miré a los ojos y no vi la sonrisa divertida que solía poner cuando bromeaba.
-¿Pero de qué hablas?- le pregunté sin acabar de creerme que me estuviera hablando en serio- desde que te conozco no te ha faltado compañía, ¿Qué te has fumado?

Pero que poco sensible era el gorila. Yo que me estaba sincerando y él preguntando que si me había fumado algo. Tener amigos para esto, que poca vergüenza. Carl no sabía tratar a las personas en un momento sensible, sólo sabía golpear y gruñir. ¿Golpear?
Y entonces se me ocurrió algo genial para animarme.
-Luchemos- invité a Carl- Como en los viejos tiempos, a puño limpio.

Vale, no sólo estaba fumado, se le había perdido el poco juicio que tenía. Ahora quería pelear, lo que me faltaba era que me vierna peleando con un alumno.
-Ahora soy tu profesor Ed- le expliqué pacientemente, ignorando lo que sea que se hubiera tomado- no me pueden ver peleando contigo. Esto es una escuela, no un campo de concentración.

Vaya cagao, no quería luchar. Seguro que ponía esa excusa porque no se veía en condiciones de ganar. Después de todo llevaba mucho tiempo en la enseñanza y seguro que no entrenaba nada.
-Eres un cobarde y siempre lo has sido- le piqué- hagamoslo en tu gimnasio, nadie irá si no hay clase. Pero claro estás demasiado viejo para luchar ¿no? En ese caso déjalo no quiero pegar a un anciano.

Cobarde...Me había llamado cobarde... A mí.... Al mísmisimo Carlyle, un maldito mequetrefe, me acababa de llamar cobarde y viejo...¡Ja!
-Vamos, te arrepentirás de haber dicho eso- le amenazé- te veré en el gimnasio, maldita alimañana. Y no te escabullas, te ganaré como te gane en los anteriores torneos.

Sonreí, era fácil hacer que Carl picara el anzuelo. Era como un crío demasiado grande.
-Allí te veré vejestorio- dije divertido mientras salía del baño para ponerme ropa mas cómoda, sería divertido volver a luchar con Carl como lo haciamso en el campo de concentración, en aquellos tiempos las apuestas de nuestros compañeros estaban a la orden del día. Todos apostaban para ver quien acababa con el otro, éramos todo un espectáculo.